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Por Teresa González Reina
“Somos hombres, además de
cubanos, y peleamos por el decoro y la felicidad de todos los hombres”. Estas
palabras pronunciadas por José Martí en 1889, durante un acto efectuado en el
Hardman Hall, de Nueva York, en ocasión de la efeméride del 10 de octubre,
evidencia el pensamiento internacionalista de nuestro Héroe Nacional.
José Martí dejó a la Humanidad un extraordinario legado social y
revolucionario prolongado en su creación artística. El verso y la prosa
tuvieron en su palabra intensa y útil un sitio donde la dignidad y el
ejemplo, y su inagotable amor, se entregaron siempre con su desgarradora y
tenaz confianza en el mejoramiento humano.
Cantó a la naturaleza, al paisaje, a la mujer, a la patria, a la amistad, a
los más caros ideales antiimperialistas, antirracistas, latinoamericanistas,
internacionalistas. Y fustigó la injusticia, y dio su vida por un mundo
mejor, ese que él reclamaba con todos y para el bien de todos.
De Martí aprendemos siempre. Y a su obra debemos acercarnos con la avidez y
el amor que él merece y nos inspira. Y entre sus múltiples facetas, se
destaca su internacionalismo, asumido con sabiduría.
De él podemos decir que, sin ser comunista por afiliación, tuvo una actitud
comunista ante la vida, lo que se demuestra en todas sus acciones, en su
obra, en su proyección.
Su recio espíritu, su notable sentimiento, su pensamiento amplio y humanista,
demuestran su estirpe cosmopolita, de hombre entero, cuya patria no se limita
a la tierra donde vio la luz del sol que tanto amara, sino que se prolonga a
toda la humanidad, a todo rincón donde hubiera una rosa o un niño, un ser
humillado, una obra que hacer.
Paradigma de internacionalismo, en el espíritu y en la acción, Martí se
define desde sus primeros años y en el semanario Patria Libre, publica el 23
de Enero de 1869, poco antes de cumplir los 16 años, el drama en versos
“Abdala”, donde expresa:
“El amor, madre, a la patria
no es el amor ridículo a la tierra
ni a la hierba que pisan nuestras plantas
Es el odio invencible a quien la oprime,
es el rencor eterno a quien la ataca”
Martí conoció la lucha por
la independencia de Cuba y se comprometió con ella desde que tuvo conciencia
de esa causa justa y necesaria. Era apenas un adolescente cuando fue
condenado a trabajos forzados en las canteras de San Lázaro. Desde allí, en
el reverso de una fotografía, escribe a Doña Leonor:
”Mírame madre, y por tu amor
no llores.
Si esclavo de mi edad y mis doctrinas
tu mártir corazón llené de espinas
piensa que nacen entre espinas, flores.”
Deportado a España, concibe allí “El presidio político en cuba”, texto donde
denunció los atropellos que sufrían los ancianos y los niños, los negros, y
los esclavos, cruelmente sentenciados a una vida mísera sin horizontes ni
esperanzas, víctimas de crueles enfermedades y del más vil latrocinio, que él
mismo padeció.
Viaja por América, conmocionada aún por la guerra emancipadora de Sucre,
Bolívar, San Martín e Hidalgo, y a su paso deja estelas de su descollante
personalidad, su idiosincrasia maravillosa nutre el espíritu de los
latinoamericanos, que aprecian en él, al guía y dirigente de la nueva
redención.
La palabra orientadora, vibrante, precisa, de José Martí se esparce por el
ámbito internacional como un alerta para señalar el verdadero camino a seguir
por la naciente generación en aras de una completa liberación, y señala, por
ejemplo: “La tierra entera debía convertirse en un abrazo.”
Para Martí, toda la
humanidad debía ser una sola, en ideales y en hechos, y que estos debían
basarse en la solidaridad, el amor, la comprensión y el respeto entre todos
los pueblos. En sus múltiples viajes Martí dejó esclarecido: “De América soy
hijo y a ella me debo”
Podemos destacar, por lo
tanto, que él fue en su tiempo, lo que son hoy Che y Fidel, quienes
representan para los pueblos del mundo: un paradigma, una ideología pura y
altruista, intransigente con el enemigo pero fraternal y sincera con el
hermano, dignos y heroicos.
Como lo son también Gerardo, Ramón, René, Antonio y Fernando, los cinco
héroes prisioneros del imperio y decía Martí: “Esos son héroes: los que
pelean para hacer a los pueblos libres, o los que padecen en pobreza y
desgracia por defender una gran verdad”.
En los distintos momentos del quehacer martiano, en los diversos campos en
que se desarrolló, como la oratoria, las letras, la lucha, que dejó definido
su internacionalismo: “En la mejilla ha de sentir todo hombre verdadero el
golpe que recibe cualquier mejilla de hombre”.
En Guatemala, México, Estados Unidos, España, Santo Domingo doquiera que estuvo
Martí, escribió artículos en periódicos, gacetas, y revistas, como en el
diario venezolano “La Opinión Nacional”, “La Revista Universal”, de México, y
“Patria”, de New York, fundado por él el 14 de Marzo de 1892.
En ellos recaba la necesidad de una unión sin máculas ni prejuicios raciales,
sociales o intelectuales, la urgencia de que todas las naciones
latinoamericanas se unieran de manera limpia y fuerte para enfrentar al
imperialismo que como dijera en su ensayo “Nuestra América”:
“Sobre algunas naciones está
durmiendo el pulpo”, ese monstruo que Martí conoció cabalmente porque vivió
en él y le conoció las entrañas. “Ni uniones de América contra Europa, ni con
Europa ni contra un pueblo de América. La unión con el mundo, y no con una
parte de él, ni con una parte de él contra otra”
En los “Versos Sencillos”
como en toda su obra, José Martí proclama su internacionalismo.
“Con los pobres de la tierra, quiero yo mi suerte echar”; “Yo vengo de todas
partes y hacia todas partes voy”; “Estimo a quien de un revés echa por tierra
a un tirano, lo estimo si es cubano, lo estimo, si aragonés".
De Martí heredamos el ejemplo, su amor y consagración a la humanidad. De él
aprendimos que : “El deber de un hombre está allí donde es mas útil”
y que “Patria es Humanidad”
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